la bondad naturalSiempre he pensado que tanto el bien como el mal son conceptos atribuibles únicamente a los seres de la tierra, aunque en realidad solo es estrictamente natural el concepto de bondad. Esto es lo que yo llamo “La Bondad Natural” terrestre.

En esta ocasión quisiera comentaros una deducción que he hecho sobre el ser humano, sobre su manera de interactuar con el entorno, con la naturaleza y con sus propios semejantes a lo largo de la historia.

El hombre es el único ser vivo en la tierra que tiene el dudoso mérito de poder albergar al mismo tiempo los dos conceptos opuestos: la bondad y la maldad. Esto es evidente al observar su comportamiento malvado y cruel con sus semejantes, con los otros animales y con el resto de la naturaleza.

Se diría que la maldad humana es directamente proporcional al nivel de inteligencia y cultural adquirido, pero no es así. En sus inicios, el hombre de las cavernas no albergaba maldad, vivía con su “bondad natural” en armonía con el resto de la naturaleza. Cazaba para vivir, se defendía de los ataques, protegía a los suyos, manteniendo un respeto por la naturaleza, por los mayores, incluso honrando a los animales que cazaba para comer. Esto se puede observar en el comportamiento que demuestran muchas tribus milenarias hacia la tierra que les vio nacer.

Con la llegada de la inteligencia, de la cultura, todo cambia, el hombre se vuelve malvado, odia, se vuelve egoísta y provoca sufrimiento gratuito: destruye, envidia, miente, mata y tortura…

Desgraciadamente en la era actual nos situamos en la parte más alta de este tramo que forma la curva de maldad/inteligencia en la evolución de nuestra raza.

Pasarán muchos años hasta que el hombre reconsidere su manera de relacionarse con sus semejantes, con los animales y con la tierra que le cobija y alimenta. Mucho tiempo hasta que el hombre decida dedicar su maravilloso don, una inteligencia superior, al servicio de la madre naturaleza. Esperaremos demasiado hasta que nos percatemos de que la evolución de nuestro intelecto debería ser directamente proporcional a la empatía que sentimos hacia el resto de los seres de este planeta. En nuestra situación deberíamos comportarnos como protectores de la naturaleza, respetando la ley más importante que mantiene el equilibrio en la tierra, la «Bondad Natural».

Porque el resto de los animales no conocen ni saben lo que son las mentiras, la envidia, la crueldad, la venganza ni la soberbia. En cambio los animales, cada especie en su situación y a su manera, si que conocen los universales (terrestres) conceptos de sinceridad, amor, generosidad, piedad, humildad y perdón.

No hay que buscar ni en la religión, ni en el ocultismo, ni en la mitología. Solo tenemos que observar la forma en la que obligamos a vivir y a morir a la mayoría de los animales y a muchos humanos, para percatarnos de que hemos convertido este planeta en un infierno gobernado por un linaje de diablos.

Rafa.