Todos hemos asistido durante los últimos años al declive en la importancia de la formación universitaria y técnica en el mercado laboral.
La profusa y dañina crisis ha dejado una sombra en este ámbito al priorizar la mano de obra barata sobre la formación especializada (y más cara).
Hasta tal punto que muchos jóvenes con carrera evitan indicarlo en sus currículums para optar a puestos de poca relevancia en cadenas de producción, en la recolección agrícola, en el comercio o en los servicios. Cualquier labor con demanda y cuyo esfuerzo físico no requiera utilizar el cerebro más allá de lo indispensable.
Porque en tiempos de crisis, en tiempos de paro, se necesita poca mano de obra y si es posible, que cobre poco dinero.
Existe una gran cantidad de trabajadores que incluso albergando una gran formación (con varias carreras universitarias y másteres) se ven obligados a recurrir a puestos de trabajo en los que no se requiere titulación alguna. Porque, al igual que quienes carecen de estudios, se llega a un punto en el que es necesario trabajar (de lo que sea) para sobrevivir.
Otra parte de nuestros jóvenes huyen del país creyendo en la falacia de la existencia de lugares donde desarrollar sus capacidades entre extranjeros que los acogen y los respetan por su formación y dedicación, olvidando su procedencia.
Pero todo esto cambiará en los próximos años
La humanidad se encamina a una globalización tecnológica de la que, por mucha crisis que suframos, no vamos a poder escapar.
Y en un futuro no muy lejano, aumentará de manera dramática y tajante la brecha que siempre existió entre los trabajadores sin formación y los que han estudiado carreras o han adquirido una formación especializada.
NO ES CIERTO que los puestos de trabajo cambiarán sustituyéndose unas labores por otras. Es absurdo creer de verdad que la misma cantidad de personas que antes trabajaban en la producción de una fábrica ahora lo harán fabricando máquinas, manteniéndolas o quitándoles el polvo. La inmensa mayoría se quedarán sin trabajo.
A MÁS AUTOMATIZACIÓN MENOS NECESARIAS SON LAS PERSONAS (SOBRE TODO LAS CARENTES DE FORMACIÓN)
Esto aumentará de forma significativa la diferencia entre las clases sociales. La mano de obra no especializada será cada vez más prescindible (cada vez habrá menos demanda de trabajo para ellos) y lógicamente esta desgracia recaerá en las clases más bajas de la sociedad, que son quienes tienen más difícil el acceso a la formación de calidad por causas económicas y sociales.
Y cada vez habrá menos peones en la construcción, menos personas en las cadenas de producción de las fábricas, cada vez habrá menos conductores, menos camareros, menos empleados de banca, menos telefonistas, menos agricultores, menos soldadores, menos limpiadores, menos comerciales, menos dependientes, menos almaceneros, … quedando sólo un puñado de técnicos y expertos que se dedicarán a fabricar e implantar estos sistemas automáticos en las fábricas y a mantenerlos. Unos sistemas que sustituirán de un plumazo todo este universo de labores humanas básicas y «automatizables».
Esta nueva situación laboral abaratará sobremanera la producción y los precios en todos los ámbitos, volviendo más competitivos a los países desarrollados frente a la «mano de obra» de los países en desarrollo a costa de un drástico aumento en la fractura de nuestras clases sociales. Todo será más barato pero la mayoría no tendrá dinero para comprarlo.
Al reducir cada vez más la demanda laboral «humana», la formación especializada acaparará cada vez más importancia en el mercado y quien necesite trabajar se verá obligado a mantener unos niveles cada vez más altos de formación para poder aspirar a ganarse la vida.
Así pues, el futuro de nuestros hijos y nietos dependerá de su formación universitaria y técnica (que por otro lado, así es como ocurría hasta hace un tiempo).
Rafa.
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