Desde hace un tiempo destaca en el universo de mis inquietudes la importancia del hecho natural de que todo a nuestro alrededor mantiene de manera irremediable un proceso de envejecimiento y deterioro durante su lucha por llegar a la meta de la desaparición.
Esta nueva e inexorable perspectiva sobre la vida me impulsa a pensar que, a mi edad, de los dos que me quedaban, ya he visto un telediario.
Y siento que cuando me vaya, muchas de las cosas que he creado desaparecerán conmigo. Y todas esas cosas quizás no sean importantes para nadie, pero sí que lo son para mí.
Además de este agradable motivo noto el imperioso requerimiento de abrir la válvula que mantiene acumuladas todas las ideas en mi cabeza. Tengo que permitir la fuga paulatina de los viejos conceptos que comprimen el baúl de mis inquietudes, con el fin de dejar asientos libres para las visitas que últimamente no cesan de llamar a mi puerta.
Pero rellenar documentos de office con la expresión literal del contenido de mis neuronas no consigue tranquilizar mi espíritu por completo. El hecho de utilizar esta estrategia logística para mi mercancía no es compatible con el primer motivo expresado casi criptográficamente en este recargado y tedioso post.
Somos efímeros pero la evanescencia nos esperará gracias a Internet.
Rafa.
Commentarios