Hace tiempo definí a los partidos políticos como lugares donde acuden personas que piensan lo mismo acerca de un par de cosas para que les digan cómo deben pensar sobre todo lo demás.
No todo para nosotros tiene la misma importancia, en algunos temas es más fácil dejarse llevar por la corriente, es más cómodo encontrar una silla y adaptar nuestro culo al asiento que mantenernos de pié o intentar cambiar la silla. Y se dice que de tanto repetir una mentira, ésta acaba convirtiéndose en verdad.
Es inevitable que como Vicente*, la mayoría de nosotros nos convirtamos en ovejas, ciegas seguidoras de un rebaño abanderado por los preceptos (algunos ilógicos o injustos) de unos colores, unas siglas o unas ideologías políticas y sociales.
Y los hay que mantienen durante toda su vida una fingida «postura» evitando así revelar al mundo una subyacente oposición, una negación de la razón, con el objeto de mantener su lugar y su posición, de evitar defraudar a quienes les rodean, a la familia, los amigos y demás conocidos. Los hay que nunca saldrán del armario.
Porque las contradicciones con los integrantes de nuestro mundo supone un esfuerzo y frustración que deseamos evitar. Es más sencillo dejarse llevar y permitir que los demás decidan por nosotros, ellos nos dirán lo que nos tiene que gustar y lo que debemos odiar.
Por ese motivo, en la mayoría de los casos, quienes viven en un ambiente taurino acaban amando la tradición del toreo. Quienes han luchado toda la vida por los derechos de los trabajadores evitarán tener amigos empresarios y quienes se han criado en un ambiente independentista siempre odiarán España y lo que representa.
Pero YO no soy una oveja, porque tengo criterio sobre todas las cosas de la vida y nunca permitiré que nadie me diga cómo debo pensar. Por que al final, eso forma parte de la última de las libertades, nadie podrá arrebatarnos nuestras decisiones y pensamientos, a no ser que se lo permitamos.
Los frentes más importantes que abordan los diferentes partidos políticos pueden tener muy diversas naturalezas pero nuestras inquietudes también. Así mismo, dichas premisas pueden cambiar su fuerza con el tiempo, tanto por parte de los partidos políticos como por nuestra parte. En un momento dado puede ser muy importante para nosotros el tema del terrorismo y en otro momento de nuestra vida lo más importante puede ser encontrar un trabajo.
Por eso es muy triste observar como muchas personas se «fanatizan» en torno a la totalidad de las propuestas ideológicas del partido político al que siguen o al que pertenecen, pues al hacerlo demuestran su gran carencia de criterio permitiendo que el grupo piense por ellos. Podría decirse que estas personas son unos «calzonazos políticos».
Abiertamente puedo afirmar que yo he votado en unas elecciones por un partido político de derechas y en otras por uno de izquierdas. Todo dependerá de mis necesidades en cada momento y de la importancia que cada partido político mantenga sobre los temas que a mí me interesan en ese momento.
Y para eso se vota, para reforzar con nuestra opinión la postura general que más nos importa.
Nuestra forma de pensar sobre diversos temas puede cambiar transversalmente durante nuestra vida. No pensaré igual sobre políticas económicas si me toca la lotería que si pierdo el trabajo. Tampoco pensaré igual sobre el terrorismo si mi hijo muere en un atentado que si acaba de alistarse en las filas de los asesinos. Mi concienciación sobre muchos temas será diferente si sufro un accidente de tráfico por culpa de un conductor borracho, si pierdo mi negocio a causa de políticas económicas, si adopto un animal abandonado y lo convierto en mi familia, si me roban unos extranjeros, si me roban unos españoles, si un amigo pierde la custodia de su hijo por culpa de leyes injustas, si una hermana es maltratada por su pareja, si caigo enfermo de cáncer, si acabo en la calle porque el banco me quita el piso o si acabo en la calle porque lo han «okupado» gente con más derechos que yo… Todo influye en el mantenimiento o en el cambio de nuestra forma de pensar a lo largo de nuestras vidas.
Todos hemos observado que la actuación de las legislaturas o mandatos dependen en gran medida del equipo de gobierno y del presidente. Que las tendencias y fuerza con la que se persiguen sus objetivos pueden cambiar significativamente dependiendo de las personas que conforman la cúpula del partido o de quién sea elegido como secretario general.
De tal forma que siempre deberíamos votar al partido que más nos convenga en el momento de las elecciones, independientemente de que no compartamos buena parte de sus ideologías. Nadie debería votar un partido político simplemente por el hecho de que siempre ha votado al mismo. Al hacerlo, poco a poco su cara mostrará cada vez más rasgos ovinos.
Por eso quien me lea, debería recordar que no hay incongruencia en mis afinidades. Simplemente NO SOY UNA OVEJA.
Saludos.
(*) Se trata de un conocido dicho: ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.
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